viernes, 2 de diciembre de 2011

No estoy borracha, estoy anestesiada contra mi dolor.




Tras un tiempo de riguroso estudio y constantes reflexiones me he dado cuenta de que el amor es muy complejo ya que no solo se trata de querer a alguien más que a ti mismo ( ¿es tan horrible como suena?) sino que con su llegada, trae consigo lo que se podría considerar el “descontrol más peligroso del mundo”.
Si el no tener dinero es un catalizador para comprarte unos nuevos pantalones, enamorarse realiza el efecto contrario. ¿Por qué somos incapaces de controlar nuestras reacciones estando bajo los efectos del amor?.
En un intento por buscar similitudes, muy pronto caí en la cuenta de que el amor y el alcohol no actuan en nosotros de manera tan diferente. Ambos son sin duda desinhibidores de conducta y si el alcohol te ayuda a perder el miedo para acercarte a aquel chico y presentarte, eso si, con un paso un tanto tambaleante, el amor reprime la cordura que te impedira hacer esa llamada a altas horas de la madrugada para quitarle el sueño a tu novio con la comedura de cabeza más absurda que te haya dado por pensar y suele salir tan mal la conversación que te tienes que tambalear hasta la nevera a ver si encuentras un catalizador de depresion que sepa muy pero que muy dulce.
Otra similitud la encontramos cuando repetimos embriagados por alcohol la misma frase o historia varias veces a lo largo de la noche,al igual que repetimos embriagados por amor la misma frase varias veces seguidas: “ te quierotequierotequierotequierotequiero”.
Y despues de una noche de continua ingestión de alcohol la cabeza da vueltas de una manera incontrolable casi de forma idéntica a como las da cuando hemos roto una relación. El alcohol te lleva dando vueltas por toda la habitación y el desamor te obliga a parar en cada esquina de tu cuarto por cosas como que “ en el pico de ese armario mi niño se abrió la cabeza, que bien lo pasamos aquel día en urgencias” y rompes a llorar, algo que también ocurre a veces con el alcohol o eso espero, porque si no…¿Qué hacía aquella noche en aquel portal llorando sin razón?
Pero como una de las muchas personas a las que les dura más el efecto etílico que el amor os digo que el alcohol tiene muchas más ventajas que las relaciones amorosas. Por ejemplo, el vozka de tu mini jamás va a irse al mini de ningún otro chico más joven y más guapo. La gente comparte el alcohol pero jamás comparte su pareja y eso esta genial en caso de gente fea, aunque ¿a quién no le gustaría que el novio de cierta persona decidiera compartir contigo a su pareja? Bueno, dejar de pensarlo porque dudo que pase, como mucho os dejara chupar de la misma pajita para compartir alcohol.
No olvidemos lo pegajosos y amorosos que nos pone de vez en cuando el alcohol, la llamada “borrachera cariñosa” Fijaos si estan relacionados el amor y el alcohol que cuando el segundo sale mal solemos recurrir al primero dandole un papel casi anestésico. Todos hemos oido a algún amigo después de una ruptura soltar sin tapujos la escatologica frase de “esta noche necesito pillarme un buen pedo” al igual que le hemos visto horas después soltando todo su desamor en estado liquito en cualquier esquina o detrás de cualquier coche.
Por desgracia el alcohol y el amor estan relacionados pero no son uno cura del otro, yo he bebido estando enamorado, he seguido bebiendo en el tiempo de desamor y seguiré bebiendo mientras llega alguien nuevo a mi vida y como yo, asi el resto del mundo excepto los astemios. Que raza tan superior, ¿cómo son capaces de superar toda adversidad sin los colegas smirnoff, jack daniels o cacique? No pienso comprobarlo.



Este artículo bien podría llamarse “Confesiones de un alcoholico reconocido”.

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